Como volviendo a recorrer un camino pedregoso ya trillado, con pies más ligeros y nuevos ojos inocentes y ávidos de sorpresa, descubridores de detalles ocultos y obviedades obviadas…
… rescató, sin pretender buscarlo, otra de esas perlas que el pequeño gran baúl de su infancia insistía en devolverle en un silencio cada vez más revelador…
… entreabriéndose con una sutileza exquisita una y otra vez, a un ritmo pausado, pero contundente, perfectamente adecuado a la naturaleza de aquella mujer.
Aquel cofrecillo misterioso, sobreviviendo un año tras otro en algún semioculto lugar especial pletórico de magia, abría su boca de vez en cuando para obsequiarle con una nueva brizna de ASOMBRO.
Cuando rodaba y rodaba, acoplándose a su ritmo natural, en perfecta SINTONÍA, entonces, y tan sólo entonces, se convertía en aquella magnífica espiral multicolor…
Aquella niña, encantada con su preciosa rueda colorida cuyo TRAYECTO podía trazar a su gusto y elección con aquel sencillo palote de plástico…
…como una simple varita de música dirigiendo y coordinando una genial orquesta perfectamente sincronizada,
era muy CAPAZ de gozar de la INCERTIDUMBRE de las sorpresas del camino, al mismo tiempo que empaparse del enorme ENTUSIASMO y la PASIÓN INNATA de sentir, entre sus pequeñas manitas, la certeza de estar liderando su recorrido como deseaba, pasito a pasito, y después, acrecentando la velocidad con gradual DECISIÓN.
La tímida niña de antaño se sentía a menudo algo triste, pero se puso de fiesta cuando descubrió esa pequeña
Sabía sonreír desde y con el alma cuando el poder de la ILUSIÓN llamaba a su puerta.
Sus grandes ojos castaños destellaban chispitas de alegría.
Algunas veces le costaba saber lo que quería, cosa que… ni sabía. Y sin embargo…
… aquella vez miró con absoluta decisión hacia aquel puesto de juguetes plantado en mitad de una calle pirenaica. Reclamó la atención de su mamá, tirando sutilmente de su vestido, tan alegre como ella, con un pequeño pellizco. Y alzó su voz, al tiempo que se sorprendía de su FUERZA Y VITALIDAD desconocidas, esta vez pidiendo ella misma su propio regalo; un regalo tan deseado… ¡y ella sin saberlo!
Ahora descubría y podía VER, OIR y SENTIR esa rueda mágica, casi tocándola…
… consciente de su FUERZA Y DINAMISMO como un reflejo de su alma en aquel momento, para poder RODAR LIBREMENTE por aquella callejuela empedrada, sintiendo el ruido de su juguete infalible al sortear cada pequeño y gran obstáculo…,
… FLUYENDO, sin miedo, hacia la luz del astro Sol amontonándose, comopujandoporentrarconmásfuria, en el HORIZONTE que delimitaba imaginariamente el final de la calle, que parecía más grande, más ancha, más larga… como un espacio idóneo y tremendamente RETANTE
La Vida se convertía en un bellísimo JUEGO pacífica y placenteramente desafiante en medio de aquel inmenso goce del
Cogió IMPULSO con sus pequeños pies, y rodó y rodó y rodó sin parar su espiral de colores, su nueva rueda de la Vida, dejando atrás toda voz externa de alarmas y preocupaciones y excesivos límites con timbres de temor, que en ese momento restaron totalmente su importancia e influencia. Y liderando su rueda mágica, sonrió a la Vida de oreja a oreja, sintiendo como su pequeño cuerpecito alegre parecía expandirse de lado a lado, y de su cabeza hasta sus pies, respirando, libre, segura y feliz…
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